Ahora bien, que ocurriría cuando es nuestro el paciente y somos nosotros los que le tenemos que decir al paciente que no tenemos ni idea de donde le viene el dolor y que sospechamos que tal o cual abordaje clínico le puede ayudar a resolver su problema... notáis algo distinto verdad?
El fisioterapeuta tipo "no se atreve" a reconocer que no conoce a la perfección el problema que tiene el paciente... Claro! hay mucha competencia, cómo voy a decirle al paciente que no sé lo que le pasa!! a ver si se va a ir al de enfrente y el sí que lo va a saber... antes le cuento algo que suene bien y que le parezca coherente. Eso sí, hay que decírselo seguro y convencido (lo importante no es lo que digas, sino como lo digas).
Ésta situación, nos acaba llevando a dar explicaciones sin ningún tipo de sostenibilidad científica que poco a poco van automatizándose y van calando en la sociedad para finalmente convertirse en mitos. Ya no recuerdo cuántas veces me he tenido que llevar las manos a la cabeza escuchando explicaciones que otros profesionales han contado al paciente antes de pasar por mi... (es el hígado que lo tengo tóxico, es que se me pone la vértebra al revés, es que se me monta un nervio, es que tengo ácido en las articulaciones...)
Bajo mi punto de vista la figura del fisioterapeuta esta desgraciadamente muy relacionada todavía hoy (y según que zonas geográficas) al curanderismo y/o al "guruismo" y parece que tenemos algún tipo de imperativo moral de tener que dar al paciente una respuesta medianamente convincente porque si no, parece que no sabemos, o que no gozamos de la experiencia suficiente para poder tratar de manera correcta.
Hace unos días, bromeábamos durante la charla de Paul Hodges en Madrid sobre uno de los posibles orígenes del dolor lumbar crónico. A través de distintos estudios se demostraba que cuando existe dolor, se producen cambios en la organización motora a nivel del córtex cerebral... ¿Os imagináis tener que decirle a vuestro paciente que tenéis esa sospecha y que la solución de su problema podría pasar por la realización de unos ejercicios de control motor???
Que??? que le tengo que decir eso al paciente que venia abosulamente convencido de que su problema era una vértebra que le estaba pinzando la ciculación de la energía interna del nervio???? Pues eso, un mal trago para el paciente y para ti.
En conclusión...
...tenemos que dejar de reforzar la creación de mitos y ser sinceros con nosotros mismos y con nuestros pacientes. Cuando estemos seguros de la exitencia de un problema se lo trasmitimos tal cuál, y si no estamos seguros... pues también se lo transmitimos, tal cuál...
Quiero acabar la entrada con una dedicatoria "a los que os habéis sentido identificados con lo escrito en el tercer párrafo":
¿Recordáis la expresión de "la verdad os hará libres" (Juan 8:31-38)? pues se cumple a la perfección. Si eres sincero con el paciente y le cuentas lo que la ciencia sugiere dormirás mucho más tranquilo por las noches, y creéme que poco a poco los pacientes confiarán en ti mucho más que en ningún otro.
Agradecimientos:
+Raul Ferrer por haber traido a Paul Hodges (momento en el cual decidí escribir esta entrada)
+David Carrascosa Fernández por el resumen que se ha currado de la ponencia de Hodges de donde he podido recordar la bibliografía.